Lo único que quieres en estos momentos es llorar, llorar tan fuerte que tus ojos se evaporen para así no poder seguir derramando tu alma, llorar tan fuerte que tu voz se rompa en un millón de partes para no poder seguir gritando.
Deseas que el dolor, que se clava en todo tu cuerpo aumente tanto que te mate, porque sólo la muerte te va a dar el alivio que buscas.
Desaparecen las palabras de consuelo y todo lo que te dicen sólo te recuerda la herida que te esta despedazando.
Dejas de ver, dejas de oír, dejas de respirar, deseando desaparecer en algún silencio.
Te desarmas al verte al espejo, desecho, restos de humano cayendo poco a poco, convirtiéndose en polvo y recuerdos. Nada ocupa tu cabeza más que aquel recuerdo que te destruye.
Ya no eres tu, eres nadie, eres nada, eres un cascaron vacío, un recipiente tirado en el piso y a tu alrededor está derramada tu alma, como sangre que copiosamente sale de tu corazón. Así te sientes cuando algo como esto te pasa.
¿qué hago? ¿qué hago ahora?
El dolor es como una nube que te rodea, sabes que esta en sima tuyo, mas no lo puedes ver, es la neblina que te rodea y hace borrosos los contornos de los momentos felices, y los aleja. Retrocedes buscando refugio de este sentimiento, retrocedes sin mirar atrás y caes en un barranco. Te golpeas el rostro, las manos las piernas, el corazón, los pensamientos y el alma, estás tan magullado que apenas puedes respirar, y el aire se convierte en tóxico veneno que viaja por tus venas, te desases.